El mejor comentario que puedo hacer a esta brillante exégesis de «Medea» es citar algunas de sus argumentos:
» La creencia trágica aquí latente,(...) es que el amor es eterno, es decir, la confusión subsiguiente del sentimiento del amor con el amante, que para bien o para mal mutila la genuina naturaleza del mismo.
»Quiero decir: para Medea, a pesar del lastre de dolor infalible, no supuso después de todo problema alguno abandonar casa y patria por amor a Jasón. El amor manifestaba ahí, una vez más, su sustancia revolucionaria (...). Lo trágico es pensar que la revolución del amor se va a detener en el amante ocasional (...). Es nuestro orgullo lo que se ofende cuando el amor nos abandona, y el orgullo, en Medea, no era algo con lo que la heroína estuviera dispuesta a transigir: ni siquiera por amor.
»Quizá un sufrimiento como el de Medea nos humanice al sujeto que lo padece, pero quizá convenga atar corto a la piedad, porque puede anestesiarnos contra la prueba de que un gran sufrimiento puede ser también la cara noble del hecho de que por una razón banal se puede matar y morir; de que el orgullo no necesita de ninguna gran causa para mancillarse, pero sí de una gran gesta para sentirse reparado».
Excelente todo el artículo y lo he disfrutado mucho.
El mejor comentario que puedo hacer a esta brillante exégesis de «Medea» es citar algunas de sus argumentos:
» La creencia trágica aquí latente,(...) es que el amor es eterno, es decir, la confusión subsiguiente del sentimiento del amor con el amante, que para bien o para mal mutila la genuina naturaleza del mismo.
»Quiero decir: para Medea, a pesar del lastre de dolor infalible, no supuso después de todo problema alguno abandonar casa y patria por amor a Jasón. El amor manifestaba ahí, una vez más, su sustancia revolucionaria (...). Lo trágico es pensar que la revolución del amor se va a detener en el amante ocasional (...). Es nuestro orgullo lo que se ofende cuando el amor nos abandona, y el orgullo, en Medea, no era algo con lo que la heroína estuviera dispuesta a transigir: ni siquiera por amor.
»Quizá un sufrimiento como el de Medea nos humanice al sujeto que lo padece, pero quizá convenga atar corto a la piedad, porque puede anestesiarnos contra la prueba de que un gran sufrimiento puede ser también la cara noble del hecho de que por una razón banal se puede matar y morir; de que el orgullo no necesita de ninguna gran causa para mancillarse, pero sí de una gran gesta para sentirse reparado».
Excelente todo el artículo y lo he disfrutado mucho.