Otro 12 de Octubre
Recordar lo que podemos conseguir colaborando es importante, porque hemos pasado de disfrutar la diferencia (como está mandado) a fomentarla, buscarla, crearla.
Cuando desde la Plataforma por una España Constitucional (de la que forma parte Pompaelo desde muy temprano) nos pidieron organizar un acto en Pamplona el pasado día 12, les dijimos que no. Que la sociedad civil de Pamplona ya tiene su reunión anual, su referente, en torno a la fiesta de la patrona de la Guardia Civil. Que lo suyo era animar a más gente aún a participar y acompañarles.
En una ciudad en la que cuesta ver banderas de España fuera de cuatro edificios oficiales, la Guardia Civil y su desfile son una oportunidad anual de ver y reconocer muchas de las cosas que nos unen. Ese ha sido y es uno de los papeles fundamentales del Instituto: ser la cara visible, y la mano defensora, de ese conjunto que formamos todos pese a que nos empeñemos tanto en ignorarlo. Independientemente de partidos, regiones o intereses, ahí en el fondo estaba y está, haciendo su trabajo, atenta a la ley y consciente de su historia, la Guardia Civil.
Hoy, recordar lo que podemos conseguir colaborando es importante, porque hemos pasado de disfrutar la diferencia (como está mandado) a fomentarla, buscarla, crearla. Nos esforzamos en crear barreras legales y requisitos peculiares en nuestras distintas administraciones. Dedicamos presupuestos a hacer por separado cosas que podríamos hacer igual de bien (o mejor) juntos. Invertimos mucho en engordar ratones que encabezar, en lugar de buscar el modo de servir mejor a los ciudadanos. Y así, por todas las razones equivocadas, sacamos de la foto a la Guardia Civil de Tráfico, o a sus grupos de rescate de Montaña (GREIM).
La Guardia Civil no sólo aporta seguridad en campos y calles. Estos días se vienen filtrando informes de las investigaciones de la UCO, esenciales para el desarrollo de la instrucción de los casos de corrupción por jueces y fiscales, a cuyo servicio se realizan. Poner el cascabel a los poderosos es tan arriesgado como representar a España donde gobierna quien no la quiere: recordemos el final de la UDEF de la Policía Nacional a manos del ministro Marlaska.
Pero eso es lo que hace admirable a la Guardia Civil. Da igual si llueve o nieva, si se les trata bien o mal, si en el autobús que están rescatando viajan escolares o familiares de terroristas. Cumplen la ley, al servicio de la autoridad competente.
Fundados por un navarro descendiente de Moctezuma, saben quiénes son y de dónde vienen, con un sentido histórico que debe ser al menos irritante para los que han hecho un modo de vida de atacar la imagen de España como agente histórico: una tarea de descalificación del pasado necesaria para poder venderse como solución de futuro, pero que afortunadamente cada vez tiene menos crédito.
En Navarra, más que en otros sitios, recordamos también. Recordamos cómo han puesto la cara, y el pecho, para defender la ley y las libertades de todos frente a los que han asesinado a tantos por sus ideas. Recordamos cómo protegieron esas libertades a riesgo (y al coste) de decenas de vidas. Hay muchas poblaciones de Navarra en las que no quedó vivo ningún representante de los centristas de la vieja UCD, por no hablar de los viejos carlistas vasconavarros. Si no fuera por la Guardia Civil habrían caído muchos más, en muchas más poblaciones, y otros tantos no habrían podido ni emigrar. Si hoy hay amplias zonas de Navarra en las que, gracias a décadas de violencia e intolerancia, no se puede decir que haya verdadera libertad de opinión, imaginemos lo que habría pasado sin la defensa de la Guardia Civil.
Hoy, en Navarra, cuesta escuchar que hay que estar con las víctimas de ETA y que no hay que abandonar las investigaciones mientras haya la menor posibilidad de esclarecer los atentados. Pero el día 12 lo dijo el responsable de la Guardia Civil. Cuesta escuchar un reconocimiento público a los Guardias Civiles muertos por el narcotráfico desatado en el puerto de Barbate. Pero el día 12 lo escuchamos. Cuesta encontrar a personas que se tomen tan en serio las cosas que tenemos en común, sin perder nunca el respeto a las que nos diferencian. Pero las vimos. Y aplaudimos, junto con tantos cientos de navarros como cupimos en el pabellón Larrabide, donde había sido encerrado este año un acto que normalmente llena la Avenida de Galicia de la capital navarra.
Por eso nos negamos a convocar en otro sitio. Y por eso, un año más, damos las gracias por todo a la Guardia Civil.