¡LA DEMOCRACIA SOY YO!
La legitimidad democrática es un estándar alto superior al acto de investidura
Yo, Sánchez, o el caos. Ya ha hecho suyo casi todo el Estado. Le falta domeñar el poder judicial mediante su fiel escudero Bolaños y el Congreso sometido a sus pies. Entonces estará a la altura del rey Sol: L’État, je suis”. Pero no es suficiente para Sánchez, también quiere dominar la democracia: hay que evitar que los españoles puedan cometer el error de votar a otros si convoca elecciones. Sánchez se autonombra lord protector de la democracia: no cabe nada más que su progresismo; excluye así la alternancia democrática.”. Totalitarismo por partida doble: las instituciones del Estado y la mente y conducta de los españoles.
Su carta a la militancia del PSOE trasluce una personalidad desquiciada que ha perdido el sentido de la realidad propia de los autócratas en su declive. Alucina al decir que “hay un plan de demolición moral y peligro democrático...contra su gobierno legítimo”. Los serviles de su entorno son incapaces de decirle que él es el peligro democrático y la carcoma moral: perdió las elecciones, forzó una mayoría pactando con secesionistas y filo-terroristas, gobierna para intereses particulares (indultos, amnistía, cesiones competenciales y recursos), sigue amarrado a un poder que no le pertenece (sin presupuestos, sin mayoría, con corrupción sistémica desde su entorno familiar a la cúspide del partido). Es imposible que no supiera e incluso es posible que lo alentara por la relación estrecha personal con Ábalos, Cerdán y Koldo. Sólo hay que verlos a los cuatro en el Peugeot en estrecha complicidad a la conquista del PSOE. Sí, no son tres, son cuatro. Hasta ahora el “uno” ha sido hábil para escurrirse como una anguila y echar tinta de calamar para distraer, protegerse y confundir. La carta a la militancia es un ejemplo.
Es patética la imagen que transmite de una persona a la que han pillado desde dentro. Hemos vislumbrado las prácticas corruptas consolidadas e impunes por toda la geografía española y en el extranjero, los subterfugios del poder que comprometen toda su trayectoria desde el principio: las malas prácticas académicas con la tesis, las maniobras poco democráticas para hacerse con el control del partido, el favoritismo con las ambiciones de su mujer a cargo del erario, el enchufe del hermano, el control de las instituciones del Estado con nombramientos de personas serviles sin competencia... Si queda alguien lúcido de su confianza debe decirle ¡basta ya!, ¡mírate en el espejo y repite varias veces!: “yo soy un peligro para la democracia”. Porque la democracia no es de nadie en concreto. Es del conjunto de la población española. Son los españoles en elecciones limpias quienes tienen la competencia de decidir su propio futuro y cuanto antes mejor porque el gobierno actual no puede esgrimir legitimidad, pues depende de corruptos y enemigos declarados de la Nación española. Pues de esto se trata, Sánchez es el presidente de la Nación española no de una banda de oportunistas y delincuentes.
La investidura le dio el marchamo de legalidad y legitimidad de origen, pero no la del ejercicio, pues ésta depende de mayorías que permitan aprobar presupuestos y legislar para la mayoría y el progreso de la Nación. Es de lo que carece desde el principio. Durante toda la legislatura va a rastras mendigando apoyos a sus interesados socios negociando el futuro de España con corruptos y huidos de la Justicia (Puigdemont-Cerdán), con condenados por corrupción (Junqueras), ahora esquivos, para sacar más y aprovecharse de su debilidad. La crisis abierta con el informe de la UCO le exige recomponer los pactos de la indignidad que sustentan su gobierno. Reunión en la Moncloa, sede del gobierno de España, con lo que queda de Sumar, Compromís va por libre, después con el condenado por desobediencia y malversación, Turull, con penas de inhabilitación, indultado por Sánchez, para amarrar su apoyo, Podemos se ausenta, Rufián (ERC) elude por ahora la foto, PNV consigue más competencias.
La legitimidad en democracia es un estándar político y moral exigente incompatible con Sánchez y su gobierno. Está fuera del rango básico de la legitimidad exigible que no puede deducirse del acto de la investidura, ni mucho menos alargarse durante toda una legislatura. En estas condiciones lo normal en democracia es dimitir o convocar elecciones generales porque la democracia pertenece al pueblo soberano no a un líder soberbio y prepotente que amenaza con el caos porque pueda gobernar la oposición. España seguirá adelante y muy probablemente mejor, visto lo visto, sin Sánchez y su banda.
Su destino está echado. Él es el máximo responsable del PSOE. Él ha nombrado tanto a Ábalos y a Cerdán y ha confraternizado con Koldo. Estos casos corruptos con manejo de dinero, amaños de contratos, cobro de comisiones e indicios de financiación ilegal del PSOE han sido grabados desde dentro del partido por Koldo para guardar sus espaldas. Es poco creíble su relato dulzón y victimista de no saber nada, de haber sido engañado. Sánchez ha negado la evidencia de la corrupción en la cúspide del partido y ha arremetido contra la oposición haciendo suya la máxima “la mejor defensa es el ataque”.
La soflama del progresismo es incapaz de engañar a personas con dos dedos de frente. Sabe que el PSOE va a la baja y la vía abierta desde dentro por las grabaciones de Koldo sólo han empezado a achicar podredumbre de personas, instituciones y relaciones tóxicas en España y el extranjero (Venezuela, República Dominicana, paraísos fiscales...). La UCO y la Guardia Civil están amenazadas en su independencia, Marlaska limita sus recursos para mermar su eficacia investigadora ante la ciénaga de
corrupción.
Sí, en efecto, hay un “plan de demolición moral y peligro democrático”, pero protagonizado por Sánchez y sus socios con la complicidad silente y aprovechada del PSOE.
Sánchez está instalado en el marco cognitivo de los totalitarios: “la democracia soy yo”
(artículo publicado en Vozpópuli, 22.06.2025)
Nunca un presidente del Gobierno había llegado a la práctica de la obscenidad por sistema. realmente suscribo todo lo que dice el Sr, Rul.