Santos Cerdán no es sólo un señor que manda en el PSOE. Es el artífice del pacto socialista con populistas y radicales, escenificado por primera vez en Navarra, con el que se puso a prueba el modelo del pacto de investidura que hoy nos gobierna. Es el muñidor (en Suiza y sin testigos, que luego lo graban todo) de los pactos con Puigdemont, el delincuente huido con el que se ha tratado la compraventa de escaños a cambio de leyes a la medida.
María Chivite es criatura de Santos Cerdán, como lo es su gobierno regional. Un gobierno que no tiene la capacidad de respuesta que Navarra necesita ante su declive económico, ni la capacidad de acción que necesitan las poblaciones navarras donde ya no existe ni la libertad de quejarse de los abusos de los sectarios. Un gobierno al que otras regiones adelantan por derecha, izquierda y centro, y que pierde oportunidades a diario.
Pedro Sánchez es criatura de Santos Cerdán, tanto como Cerdán es criatura de Sánchez. La manipulación de su reelección, la gestión con mano de hierro en un partido que (hasta esa reelección) tenía una cierta democracia interna, el uso de “fontaneros” para acallar oposición interna y arrinconar rivales, son acciones de Cerdán con las que se ha ganado el puesto de “mano derecha” que ha ejercido, en compañía de Ábalos, desde entonces.
El gobierno de España es criatura de Santos Cerdán, porque se construye sobre un pacto que es una reedición del de Navarra. Un pacto que parecía imposible a Sánchez (imposible, insufrible, impensable… e incompatible con el sueño, como decía el afectado) hasta que vio que le compensaba. Un pacto que se agrava con la presencia de partidos con la intención explícita de degradar el Estado de Derecho y las instituciones españolas, además de su prestigio internacional.
El programa legislativo y de gobierno en España es criatura de Santos Cerdán, porque se deriva de esos pactos suicidas y de la necesidad de blindarse ante el manifiesto comportamiento delictivo de tantos cargos socialistas, empezando por los que gobiernan el partido (eso significa ser “secretario general”). El ataque directo, masivo y sistemático al prestigio y la independencia de la justicia (nombrando a los jueces que juzgarán a los políticos y controlando a quien decide si acusarles o no), la neutralización de los cuerpos de investigación de la Policía, la infiltración de empresas públicas y de comunicación (controlando la publicidad y a quienes viven de ella), son medidas totalitarias que sólo benefician a quien necesita protegerse. Son medidas que perjudican al partido, al país, hasta a Sánchez, pero benefician a sus parásitos.
Son medidas que perjudican al partido, al país, hasta a Sánchez, pero benefician a sus parásitos.
El 12 de Junio se hizo público el informe de la UCO que documenta la corrupción de altos cargos del PSOE y de su gobierno, repartiéndose mordidas en la concesión de obra pública. No se documenta la implicación directa de Sánchez (aunque Aldama ya acusa directamente a su esposa de presionar a los dueños de Air Europa pidiendo contrapartidas por el rescate). Pedro Sánchez ha comparecido, pedido perdón por dejarse engañar, y prometido una auditoría del partido. Podía haber prometido una del Zoológico de Madrid, que tiene lo mismo que ver.
El informe no acusa al PSOE de financiación ilegal. Señala indicios de corrupción personal masiva en la secretaría general del PSOE y en varios ministerios, con un reparto por provincias del cobro de mordidas en obra pública. Pero francamente, las mordidas son lo de menos. Lo importante es lo que prueban sobre el régimen político que nos gobierna.
Los papeles de la UCO han dejado claro el problema real de España. No es un gobernante sin escrúpulos o un partido sin principios. Es lo que les utiliza para medrar. El régimen de Santos Cerdán, que ha dado forma a lo que aún gobierna España, es sencillamente una cleptocracia. El gobierno por, y para, ladrones.
Imagen: el reparto de los cleptócratas, creada con IA.