Nuestra existencia sucede entre "ahora" y "después". Vivimos en este fluido temporal urgidos por la "necesidad" de sobrevivir, vivir y prosperar, manejada desde siempre por el "poder" en todas las formas de socialización humana a través del tiempo histórico: tribus, reinos, imperios...según un pulso repetitivo de "construcción-destrucción".
Anticipar el futuro no es una ciencia, pero es una querencia humana desde siempre, acuciada por la conciencia que trasciende el momento fugaz de los presentes y la certeza de fragilidad de la vida, tanto en la vida personal como de las sociedades humanas. A través del tiempo ha sido tarea de arúspices, adivinos de toda laya y profetas para asistir a los creyentes, ansiosos de vislumbrar más allá del aquí y ahora.
Le sucedió a Creso, siglo VI a. C. rey de Lidia (Oeste de la actual Turquía) con gran poder militar y económico, promotor de las artes. Se expandió hacia el este con la conquista de Frigia y Panfilia hasta el río Halys (actual río Kizilirmak), límite con el imperio persa. Se dirigió al Oráculo de Delfos, beneficiado por sus regalos, y preguntó a la Pitia sobre su expansión más allá del río. El Oráculo con calculada ambigüedad sentenció: "si cruzas el río Halys un imperio caerá". Atacó por sorpresa seguro de su poder, pero el imperio que cayó fue el suyo, vencido por Ciro II rey de Persia.
En la era de la razón, los estudios de prospectiva, los analistas de geoestrategia de poder militar, económico y de control social armados con cálculos probabilísticos saturados de datos ofrecen escenarios de futuro que amplían el horizonte del presente, siempre inseguro. La inteligencia artificial generativa ya es usada, mientras se deje, para romper las costuras del presente al servicio del poder.
No obstante, pese al empeño, el futuro es incierto, siempre hay con contar con factores identificados o emergentes que a la postre resultan decisivos al conjugarlos con otros. Así puede comprobarse retrospectivamente al mirar con perspectiva la historia humana:
Quién iba a decirles a los europeos del siglo XIV, en los albores del Renacimiento, que su vida estaría marcada por la peste negra, la pandemia que afectó también a Asia y norte de África, propagada por las pulgas de las ratas, asoló el continente con casi el 60% de muertos con variaciones entre países, la hambruna por la escasez de mano de obra para el cultivo, la reducción del comercio y la Guerra de los Cien Años.
Quién iba a decir a los alegres ciudadanos de Occidente de los locos años 20 del siglo XX que se estaba incubando la hecatombe de dos guerras mundiales devastadoras. Sólo la II GM produjo más de 55 millones de muertos entre civiles y combatientes. Quién les diría a los esperanzados occidentales durante el orden internacional creado después de la I GM se desarrollarían las condiciones de la II GM con grave crisis económica (1929) y apaciguamiento de las democracias a los dictadores, como en la reunión en Múnich (1938) entre Chamberlain, primer ministro británico, y Hitler.
Ahora, en la segunda década del siglo XXI, se erige un nuevo Eje mundial de estados totalitarios contra Occidente, formado por China, Rusia, Corea del Norte, Bielorrusia e Irán, reunidos en Pekín, unidos en una relación estratégica, en la celebración del 80º aniversario de la rendición de Japón en la guerra Sino-Japonesa, durante la II GM, con un desfile de poder militar en la plaza de Tiananmén. China y Rusia han firmado un tratado económico para la construcción de un gasoducto entre Rusia y China para proveer gas ruso a China para neutralizar las sanciones de Occidente. También los ciudadanos rusos ya no necesitarán visado para entrar en China. Los lazos entre China y Rusia se vienen estrechando desde 2022 frente a Occidente, en especial contra EE. UU. y Europa en su guerra contra Ucrania, su voluntad de expansión imperial en el Ártico, acciones de espionaje e interferencia en el Báltico y distintas naciones de Europa. El Consejo de Europa reconoce la interferencia rusa en el intento de golpe de Estado de los secesionistas catalanes contra España.
Este nuevo Eje de dictaduras del 3 de septiembre de 2025 confiere un nuevo significado a la reunión de Trump con Putin en Alaska el 15 de agosto de 2025. El compadreo de Trump con Putin viene a legitimarlo, pese a estar perseguido con orden de arresto por la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra. Putin juega sus cartas en ambos tableros, pero su trayectoria aleja a Rusia de Occidente ¿Será Trump el nuevo Chamberlain? Su estrategia aislacionista del America first, el trato a los socios occidentales como subordinados con aranceles arbitrarios, somete a Europa a la condición de colonia económica y su errática política con Ucrania da oxígeno al tirano ruso, ofende a Canadá con el desprecio a su soberanía y a Dinamarca con sus maniobras de anexión de Groenlandia.
Todo apunta a un mundo del mañana como el de ayer, incapaz de romper las cadenas violentas del deseo mimético que se reproduce en toda la trágica historia humana ¿Estamos ante una nueva guerra fría entre el nuevo Eje y Occidente? Los puntos calientes de confrontación son Europa, por el expansionismo ruso iniciado en Ucrania con el apoyo de China y Corea del Norte, y el Pacífico, por el expansionismo chino para anexionar Taiwán y extender su influencia en Asia. África y América del sur son espacios de colisión por la penetración e influencia tanto de EE. UU como de las fuerzas del Eje.
La carrera por el desarrollo del poderío tecnológico-militar, las ojivas nucleares y el uso militar de la inteligencia artificial son amenazas globales de alcance planetario. La dictadura se afianza en el mundo mientras la democracia liberal retrocede. El orden global está condicionado por la voluntad de poder totalitario frente al Estado de derecho internacional. Las sociedades occidentales han renunciado al valor, al compromiso con la seguridad, la libertad responsable, el esfuerzo y la competencia. En esta ocasión el totalitarismo puede vencer mañana.